En octubre se matricularon en España 10.459 vehículos comerciales ligeros, lo que supone un 37% menos que en 2020. En concreto, las ventas de las furgonetas más pequeñas han caído un 50%, hasta las 4.070 unidades; las de los furgones de menos de 2,8 toneladas han sumado 1.811 unidades, y crecen un 11,1%; pero las entregas de furgones de más de 2,8 toneladas y menos de 3,5, también han descendido un 38,2%, al totalizar 3.312 unidades.

En el acumulado del año, las ventas de vehículos comerciales ligeros alcanzan las 130.512 unidades y todavía aguantan con un saldo positivo del 3,7% respecto a 2020, pero la caída de los últimos meses es muy significativa y el cierre del año no pinta bien. Por canales, la mayor bajada la registra el canal de autónomos, que reduce sus compras en un 57,7%, mientras que los alquiladores lo hacen en un 33%.

 

Falta de microchips, principal causa

El problema es que no hay oferta para atender la demanda por la crisis global de los chips. Son muchas las factorías que están bajo mínimos en sus cadenas de producción, de ahí que las entregas de los pedidos que tramitan los concesionarios se prolonguen hasta los seis u ocho meses de media, con plazos más largos en algunos de los vehículos comerciales más solicitados, algo que debes tener en cuenta si te estás planteando su compra.

Y lo peor es que esta situación no parece tener visos de mejora a corto plazo, ya que desde el sector se considera que la falta de estos componentes se alargará más allá del verano de 2022. Hay clientes que asimilan que tienen que esperar más de lo normal por su vehículo, pero otros han decidido aplazar la compra hasta que haya más certidumbre y una parte importante ha optado por comprar vehículos de ocasión.

La Asociación Europea de Componentes de Automóviles (Clepa) estima que la falta de semiconductores ha retrasado ya la producción de más de medio millón de vehículos solo en el Viejo Continente, de los que cerca de un 15% serían furgonetas. Para evitar que esta situación se repita en el futuro, la Unión Europea ya ha puesto en marcha un plan para aumentar la fabricación local de chips y reducir la dependencia de los productores asiáticos. El objetivo es que Europa fabrique en 2030 un 20% de estos componentes, frente al 10% actual.