Durante años, las furgonetas han representado la cara más ágil y flexible del transporte por carretera en Europa. Vehículos rápidos, versátiles y sin las mismas obligaciones que los camiones pesados. Pero eso está a punto de cambiar. La nueva normativa europea de movilidad amplía el uso obligatorio del tacógrafo inteligente también a vehículos ligeros de entre 2,5 y 3,5 toneladas de masa máxima autorizada (MMA) que realicen transporte internacional o cabotaje. La fecha clave: 1 de julio de 2026.
Este cambio forma parte del Paquete de Movilidad de la Unión Europea, un conjunto de reformas destinadas a mejorar la seguridad vial, armonizar la competencia entre transportistas y garantizar condiciones laborales más justas para los conductores. En la práctica, supondrá una auténtica revolución en el mundo de la furgoneta profesional.
Qué cambia exactamente
Hasta ahora, el tacógrafo era obligatorio únicamente para vehículos de más de 3,5 toneladas. A partir de 2026, la normativa Reglamento (UE) 165/2014, modificada por el Reglamento (UE) 2020/1054, amplía esa obligación a los vehículos ligeros utilizados en transporte internacional o cabotaje dentro del Espacio Económico Europeo. Si una empresa española realiza entregas en Francia o Portugal con furgonetas de más de 2,5 toneladas, cada vehículo deberá equipar un tacógrafo inteligente de segunda generación (Smart Tachograph V2).
El objetivo es doble: controlar las horas de conducción y descanso, y registrar con precisión las actividades transfronterizas mediante geolocalización automática. Los nuevos dispositivos registrarán posición, actividad, cambios de país y tiempos de pausa sin intervención manual, reforzando la trazabilidad del transporte ligero.
A quién afecta (y a quién no)
No todas las furgonetas estarán obligadas a llevar tacógrafo. La norma afecta solo a aquellas cuyo uso sea profesional en transporte internacional o cabotaje. En España, una furgoneta de 3.000 kg que opere exclusivamente dentro del territorio nacional podría quedar exenta, al menos en una primera fase. Será la legislación nacional la que determine los supuestos concretos de aplicación y las posibles excepciones.
Tampoco se aplicará a vehículos destinados a fines personales, servicios públicos locales o los que no superen las 2,5 toneladas de MMA. La clave estará en el tipo de actividad, no solo en el peso del vehículo.
Cómo se aplicará en España
El Gobierno español deberá adaptar la normativa europea a su legislación antes de la fecha límite. Fuentes del sector apuntan a una implantación progresiva, comenzando por las furgonetas que realicen transporte internacional, después las de cabotaje y, en última fase, las que operen en el ámbito nacional.
El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible ya trabaja en la coordinación con talleres homologados y fabricantes de tacógrafos, mientras la DGT y las comunidades autónomas preparan nuevos sistemas de inspección. En este contexto, España se convertirá en uno de los países clave para probar la transición del tacógrafo al transporte ligero.
Impacto en empresas y autónomos
Para muchas pequeñas empresas y autónomos, la llegada del tacógrafo puede parecer una carga más. Pero también es una oportunidad de profesionalización y transparencia. La instalación tendrá un coste estimado de entre 900 y 1.400 euros por vehículo, más los gastos de formación y gestión de datos. Sin embargo, permitirá mejorar la planificación de rutas, evitar sanciones laborales y reducir la fatiga al volante.
Quienes realicen transporte internacional deberán anticiparse. Circular sin tacógrafo cuando es obligatorio será una infracción grave, sancionable con multas superiores a 2.000 euros y posible inmovilización del vehículo. Por ello, los expertos recomiendan empezar a planificar ya las inversiones y la formación de conductores.
Otras medidas que también marcarán 2026
El tacógrafo no llegará solo. 2026 será el año más decisivo para la furgoneta profesional, con varios cambios simultáneos que transformarán el sector.
Entrará en vigor la norma Euro 7, que endurece las emisiones y acelerará la transición hacia la electrificación. Los motores térmicos serán más costosos, y algunos diésel desaparecerán de los catálogos.
Además, todas las furgonetas nuevas deberán equipar de serie los sistemas ADAS obligatorios: mantenimiento de carril, frenada autónoma, detector de fatiga o control inteligente de velocidad. Esto mejorará la seguridad, pero exigirá más mantenimiento y formación técnica.
Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) también se consolidarán en todas las ciudades de más de 50.000 habitantes, restringiendo el acceso a modelos sin etiqueta ECO. Junto a ello, la reducción de emisiones de CO₂ del 15 % en 2025 y del 50 % en 2030 forzará a los fabricantes a ampliar su oferta eléctrica, con el reto añadido de infraestructuras y ayudas públicas.
Por último, se prevé que la formación profesional cobre protagonismo. La UE estudia un nuevo certificado obligatorio para conductores de furgonetas internacionales, similar al CAP de camiones, que unificará conocimientos sobre seguridad, descanso y eficiencia.
Adaptarse antes de que sea obligatorio
El tacógrafo en furgonetas ya no es una hipótesis. En menos de dos años, buena parte del transporte ligero europeo entrará en una nueva era. Para las empresas y autónomos, la clave será anticiparse: conocer la norma, presupuestar la instalación y formar al personal. Quien se adelante, ganará en profesionalidad y competitividad. Porque el 1 de julio de 2026 no marcará solo una nueva obligación técnica: marcará el comienzo de una nueva etapa en la movilidad profesional europea, donde la furgoneta será tan controlada —y tan valorada— como el camión.