Elegir el tamaño correcto de una furgoneta es una de esas decisiones que, sobre el papel, parecen evidentes, pero en la práctica marcan el éxito o el fracaso del vehículo en su día a día. Las siglas L1H1, L2H2 o L3H3 aparecen en todas las fichas técnicas y anuncios de venta, pero pocas veces se explican de forma útil, conectándolas con lo que de verdad importa: qué tipo de usuario eres, qué cargas o qué esperas hacer dentro de la furgo.
En función de eso, la elección del tamaño puede determinar si una furgoneta se convierte en una herramienta eficiente o en un lastre incómodo. Y no solo en términos de maniobrabilidad o consumo: también condiciona aspectos como el acceso a parkings, la periodicidad de las ITV, los seguros o la viabilidad de una futura camperización. Por eso, antes de decidir si una L2H2 “es suficiente” o si “mejor ir a por la grande”, conviene entender de verdad qué implican esas letras, qué opciones ofrece el mercado actual y cómo se comporta cada tamaño en el uso real.
Esta guía intenta dar respuesta a todo eso: no se limita a describir medidas, sino que traduce las cifras en utilidades prácticas, con ejemplos concretos de modelos y usos.
Un recordatorio necesario: qué significan L y H
Las letras L y H no son códigos arbitrarios. “L” hace referencia a la longitud total o a la distancia entre ejes (batalla) de la furgoneta, mientras que “H” describe su altura exterior o la del compartimento de carga. Cada fabricante tiene ligeras variaciones, pero el patrón se repite en casi todas las marcas europeas.
Así, un L1 suele moverse entre los 4,6 y 4,9 metros de largo; un L2 ronda los 5,0–5,4 m; un L3 supera los 6 m y un L4 se acerca a los 6,4 m o más.
En cuanto a alturas, un H1 mantiene el techo por debajo de los 2 m (clave para entrar en garajes y lavaderos), un H2 alcanza los 2,45–2,60 m y permite estar de pie en el interior, mientras que un H3 roza los 2,80–3 m y ofrece la máxima capacidad, pero también las mayores limitaciones en ciudad.
En resumen, cada combinación L×H representa un compromiso entre volumen útil, facilidad de uso y costes. El error más habitual es dejarse llevar por la lógica de “cuanto más grande, mejor”. En la práctica, una furgo sobredimensionada puede ser más cara de mantener, más incómoda de aparcar y más limitada en su uso cotidiano.
Para trabajo urbano o servicios técnicos: L1H1 y L2H1
Quien se mueve por ciudad todos los días, cargando herramientas, piezas o pequeños paquetes, necesita una furgoneta que entre en cualquier sitio y consuma poco.
Las L1H1 son, por eso, la medida reina en el entorno urbano. Son ágiles, maniobrables y rara vez superan los dos metros de altura, lo que permite acceder sin problemas a parkings subterráneos o centros logísticos. Su volumen útil, de unos 3 a 3,5 m³, puede parecer limitado, pero es más que suficiente para un instalador, un electricista o un mensajero que prioriza rapidez y facilidad de acceso.
El interior, con una altura libre de 1,35 m aproximadamente, no permite trabajar de pie, pero sí organizar herramientas o cajoneras compactas.
El paso siguiente, el L2H1, amplía la longitud sin renunciar al techo bajo. Es perfecto para quien necesita algo más de espacio para carga o para instalar mobiliario lateral sin perder agilidad. En ambos casos, el consumo suele moverse entre 6,0 y 7,0 l/100 km en diésel, e incluso menos en las versiones eléctricas más recientes.
Para oficios polivalentes o camperizaciones compactas: L2H2
El formato L2H2 es, sencillamente, el más equilibrado de todos.
Tiene longitud media (unos 5,4 m) y altura de unos 2,50 m, lo que se traduce en un interior de casi 1,90 m de alto: suficiente para trabajar de pie o moverse dentro con comodidad. Este tamaño se ha convertido en la referencia de electricistas, fontaneros, carpinteros o autónomos que necesitan espacio sin sacrificar movilidad.
En el caso de las camperizaciones, también es la medida “ideal” para iniciarse: permite instalar cama transversal, una cocina fija, un módulo de agua y almacenamiento con un equilibrio muy razonable entre confort y practicidad.
A nivel dinámico, el L2H2 se comporta como una furgoneta todavía controlable en ciudad y perfectamente estable en carretera. El consumo se mantiene en cifras contenidas (7–8 l/100 km en diésel) y los costes de mantenimiento no se disparan.
Además, su volumen útil ronda los 7–8 m³, con capacidad para tres europalets estándar o mobiliario completo de taller. Es, en suma, el punto donde lo funcional y lo habitable coinciden.
Para transporte y carga intensiva: L3H2 y L3H3
Cuando la necesidad es mover grandes volúmenes de material, equipos o mercancía, el salto natural es hacia las L3H2 o L3H3.
La primera ya ofrece cerca de 10 m³ de volumen útil y una altura interior de 1,95 m, mientras que la segunda puede alcanzar 12 o 13 m³, con más de 2,10 m de altura.
Hablamos de furgonetas que miden más de seis metros de largo y superan los 2,75 m de alto: auténticos vehículos de trabajo, más próximos a un camión ligero que a un turismo.
A cambio, permiten cargar cuatro europalets, transportar maquinaria o montar un módulo camper completo con baño, ducha, calefacción estacionaria y depósitos de agua grandes.
Eso sí, hay que tener en cuenta que estas furgonetas no entran en la mayoría de garajes ni parkings, sufren más con el viento lateral y requieren mayor previsión en giros o rampas.
En las rutas largas, sin embargo, su estabilidad es superior y su capacidad logística inigualable. Muchas empresas combinan unidades L2H2 para reparto urbano con L3H2 para transporte interurbano, aprovechando lo mejor de cada mundo.
Para grandes transformaciones o mudanzas: L4H3
El escalón superior lo representan los L4H3, auténticos gigantes de la categoría ligera.
Con longitudes cercanas a los 6,4 m y volúmenes de hasta 15 m³, son la base de las transformaciones más completas: campers familiares con baño separado, muebles fijos, cama doble longitudinal y espacio de almacenaje de sobra. También son muy utilizados en mudanzas, transporte de mobiliario o como furgones isotermos de gran capacidad.
A cambio, requieren más atención en conducción, mayor consumo y, en ocasiones, un permiso C1 si el peso total supera los 3.500 kg tras la transformación. Son vehículos de uso muy específico, pero insustituibles cuando el espacio interior es prioridad absoluta.
Ejemplos reales por tamaño y configuración
| Tamaño | Ejemplos de modelos actuales (2025) | Longitud (m) | Altura (m) | Volumen útil (m³) | Uso típico |
|---|---|---|---|---|---|
| L1H1 | Ford Transit Connect, Citroën Berlingo Van, Renault Kangoo Van, Toyota Proace City | 4,6–4,9 | < 2,0 | 3–3,5 | Reparto urbano, autónomos, técnicos |
| L2H1 | Volkswagen Transporter SWB, Peugeot Expert Standard, Mercedes Vito Compact, Opel Vivaro M | 5,0–5,3 | < 2,0 | 5–6 | Servicios urbanos, logística ligera |
| L2H2 | Fiat Ducato Medio, Ford Transit Custom Trail, Renault Trafic L2H2, Mercedes Sprinter 211 H2 | 5,3–5,4 | 2,45–2,55 | 7–8 | Oficios, camperización básica |
| L3H2 | Citroën Jumper L3H2, Peugeot Boxer L3H2, Iveco Daily 35S14 H2, MAN TGE L3H2 | 5,9–6,1 | 2,50 | 10 | Transporte interurbano, carga pesada |
| L3H3 | Fiat Ducato Maxi H3, Renault Master L3H3, Volkswagen Crafter 35 H3, Ford Transit 350 L3H3 | 6,0–6,2 | 2,80–2,90 | 12–13 | Camper avanzada, mudanzas |
| L4H3 | Iveco Daily 35S16 L4H3, Mercedes Sprinter 319 H3 XL, MAN TGE L4H3, Peugeot Boxer L4H3 | 6,3–6,4 | 2,85–2,95 | 14–15 | Camper familiar, transporte voluminoso |
(Datos orientativos según especificaciones 2025. Los valores pueden variar según versión, techo o motorización).
ITV y homologaciones: la parte que muchos olvidan
La elección del tamaño también tiene implicaciones en la clasificación del vehículo y en su calendario de ITV, un aspecto que a menudo se pasa por alto hasta que llega la primera cita con la estación.
Si el vehículo está matriculado como N1 (furgón o derivado de turismo de uso industrial), debe pasar la primera ITV a los dos años de matriculación, luego una vez al año hasta los seis y, a partir de ahí, cada seis meses. Es decir: una L3H3 de uso profesional puede enfrentarse a dos inspecciones anuales a partir del séptimo año de vida.
Si, en cambio, está homologado como M1 (mixto adaptable o turismo), el calendario se alarga: la primera ITV a los cuatro años, después cada dos hasta los diez, y anual a partir de entonces.
En las camperizaciones homologadas como vivienda (M1-RV) se aplica el régimen de turismos, pero la inspección incluye la revisión de las reformas declaradas: instalación de gas, electricidad, calefacción, claraboyas, anclajes, etc. Cualquier cambio posterior —por pequeño que parezca— debe legalizarse antes de pasar ITV.
Por eso es fundamental decidir de antemano si el vehículo va a usarse de forma profesional o recreativa, ya que de ello depende no solo la documentación sino también los costes y tiempos de mantenimiento.
Además, el tamaño influye indirectamente en la facilidad de inspección: una H3 o L4 exige a veces acceso especial o incluso estaciones con naves altas. Conviene informarse antes, sobre todo en camperizaciones artesanales.
Conclusiones: tamaño, uso y sentido común
No existe una furgoneta perfecta para todo, pero sí una combinación óptima para cada necesidad.
Si el vehículo va a pasar la mayor parte del tiempo en entornos urbanos, lo sensato es apostar por un L1H1 o L2H1, fácil de aparcar, ágil y barato de mantener.
Para profesionales que necesitan espacio y funcionalidad, el L2H2 es el formato más lógico: amplio, alto y todavía manejable.
Si se busca capacidad de carga o un habitáculo completo para viajar y vivir, el salto al L3H2 o L3H3 es inevitable, sabiendo que se entra en otra liga de costes y logística.
Y para transformaciones completas o grandes cargas, el L4H3 ofrece lo máximo, aunque a cambio de una conducción más exigente y revisiones más frecuentes.
La clave está en no elegir por impulso ni por moda, sino por uso real: cuánto mides, dónde aparcas, qué transportas, cómo trabajas y con qué frecuencia pasarás la ITV.
Esas respuestas valen más que cualquier cifra en una ficha técnica.